Es probable que la refinería Dos Bocas termine costando más de los 10 mil millones o 12 mil millones de dólares sugeridos por las empresas privadas participantes en la licitación y tome más tiempo de los tres años anticipados por el gobierno mexicano para su construcción, estimó Moody’s Investors Service.
“Dada la falta de experiencia del gobierno (y de Pemex) en la construcción de refinerías, es probable que el proyecto termine costando más y tome más tiempo de lo que anticipa el gobierno, lo que crea mayores presiones sobre los recursos fiscales”.
El pasado 9 de mayo el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció inesperadamente la finalización de las licitaciones privadas para el proyecto de refinería insignia de su administración.
En cambio, el gobierno planea construir la propia refinería, que comenzaría el 2 de junio próximo y concluiría en mayo de 2022, el cual será administrado conjuntamente por Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Secretaría de Energía (Sener).
En un análisis, la calificadora internacional señaló que algunos observadores vieron el anuncio del gobierno mexicano de declarar desierta la licitación internacional para desarrollar la refinería en Dos Bocas, Tabasco, como un medio para demorar y finalmente dejar de lado el proyecto.
Pese a ello, afirmó, genera mayor preocupación sobre la previsibilidad de las decisiones de política del gobierno, especialmente después de la cancelación del proyecto del aeropuerto en octubre pasado, y sobre las consecuencias para la confianza de los inversionistas, una deuda razonable y el crecimiento.
“Nuestro supuesto base asume que el proyecto podría terminar costando más de los 10 mil a 12 mil millones de dólares sugeridos por las licitaciones, dado el limitado conocimiento del gobierno en la construcción de refinerías”.
Con el tiempo, esto llevará a una mayor sangría de recursos fiscales, dado que Pemex ya necesita apoyo soberano para estabilizar sus finanzas, por lo cual el costo de la construcción de la refinería sería adicional para su situación financiera.
La calificadora estimó que si no se invierte adecuadamente en el mantenimiento, surgen dudas sobre el compromiso y la capacidad de Pemex para construir la refinería.
En su opinión, en escenario alternativo en el que el proyecto no se completa debido a su complejidad técnica y la incapacidad del gobierno para ejecutarlo, también podría darse.
Bajo este escenario, el dinero gastado sería montos simbólicos asociados principalmente con los honorarios de consultoría, el trabajo de preparación y otros gastos, con un gasto real total muy inferior a la cifra de ocho mil millones de dólares estimado por el gobierno.
Si bien no es tan costoso, este resultado debilitaría aún más las percepciones sobre la calidad de las políticas bajo la administración actual. Ambos resultados parecen igualmente probables dada la incertidumbre prevaleciente.
Señaló que la promesa del gobierno de mantener la responsabilidad fiscal aparece cada vez más en tensión con la ambiciosa agenda de gastos sociales y de infraestructura, incluido este caso.
Ello, como resultado de las consecuencias fiscales de su decisión de revertir las políticas de reforma energética de la administración anterior y reorientar la estrategia de Pemex, por ejemplo, profundizando el negocio de la refinería.
Moody’s anticipó que las consecuencias para el perfil crediticio de México dependerán en parte de si continúa socavando la confianza del mercado, frenando aún más la inversión ya deprimida y pesando sobre las perspectivas económicas de México.
Enfriamiento económico dificultará agenda de infraestructura: Moody’s
El enfriamiento de la economía y las limitaciones fiscales en México dificultarán la agenda de infraestructura del gobierno para impulsar el empleo y el crecimiento económico, considera Moody’s Investors Service.
La calificadora internacional de riesgo crediticio señala que el desarrollo de proyectos de infraestructura en América Latina se desacelerará en general en América Latina durante 2019-2020, y será lento.
En un nuevo informe, analiza los riesgos de negocios para mercados emergentes en Latinoamérica en varios sectores corporativos, y precisa que los mercados emergentes en 2019 afrontan un menor crecimiento global, cambios en las políticas comerciales y riesgos geopolíticos.
“El estrés de los negocios a partir de riesgos macroeconómicos variará de acuerdo a cada región, país e industria”, dice la analista de Mooy’s, Marianna Waltz.
En materia de infraestructura, apunta que los fundamentos de infraestructura de Brasil se mantendrán estables hasta mediados o finales de 2020, a medida que la economía se recupera gradualmente.
En tanto, el débil crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) y la menor actividad económica en Argentina tendrán incidencia sobre su demanda de electricidad y gasto público.
La evaluadora refiere que las regulaciones y los mandatos dificultarán el desarrollo de proyectos en el sector de petróleo y gas en Argentina y México, pero se han vuelto un poco más flexibles en Brasil, donde los fundamentos del sector de petróleo y gas son más positivos en 2019-2020.
Sin embargo, los fundamentos de la industria de energía de México son negativos, ya que la producción de petróleo y gas ha estado cayendo desde 2004, debido a inversiones insuficientes y una pesada carga tributaria.
En tanto, el sector siderúrgico de Brasil y la industria minera de México parecen presentar condiciones de negocios estables en 2019-2020.
Waltz comenta que en América Latina, las tendencias de consumo reflejarán las condiciones económicas de cada país, el desarrollo de proyectos de infraestructura será lento y la demanda de inmuebles reflejará en gran medida la salud económica local en 2019 y 2020.
Además, la producción industrial tendrá una leve recuperación en Brasil y continuará creciendo en México, estima.
La agencia calificadora indica que las tendencias de consumo en Latinoamérica reflejarán en gran medida las condiciones económicas de cada país.
El mercado de consumo en Brasil sigue en recuperación para el período 2019-2020 y los fundamentos de consumo de México seguirá siendo estables, pero crecerán más lentamente hasta mediados o finales de 2020.
En Argentina, el consumo privado seguirá cayendo en línea con una contracción del 1.5 por ciento de la economía y un nivel de inflación persistentemente alto.
Fuente: NTX
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